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El éxito corporativo está definido por los objetivos y las
expectativas que la organización, tu jefe o tu supervisor tiene sobre
ti, lo cual no funciona por tres razones:
Primero. Si sólo valoramos a quienes han
alcanzado la cima de la jerarquía, entonces, por definición, estamos
descontando al otro 99,99%. Así creamos una línea de montaje cruel que
produce una multitud de personas frustradas e infelices que creen, a
menudo equivocadamente, que los que han triunfado de verdad han llegado a
la cima.
Segundo. Al ver nuestra vida profesional
como si se tratara una carrera, entramos en un estado de lucha constante
en el que ‘nos posicionamos’ contra todos los demás. Piensen por
ejemplo en los sistemas de incentivos. He visto muchos de ellos y
también he diseñado algunos que –mea culpa— se centraban en los
resultados y rendimiento individuales. Pero estos nunca estuvieron basados en la cooperación o en una sensación de propósito.
Creo que el estrés no está relacionado únicamente con la
cantidad de trabajo que tenemos, sino más bien con la baja calidad de
las relaciones que hemos desarrollado con nuestros colegas. En una
organización, e
l clima de ‘todos contra todos’ degrada esas relaciones.
Todo trazo de una conexión entre personas se pierde, convirtiendo esas
relaciones en simples transacciones y vínculos utilitaristas. Esta
obsesión con las apariencias y no con las formas nos despoja de nuestra
humanidad.
Tercero. Todos terminamos tomando parte de
una competencia feroz. Llegamos a estar tan absortos y ocupados en ganar
esa carrera de ratones que olvidamos que, incluso ganando, seguiremos
siendo ratones. Y no sólo ratones, sino ratones vulnerables: pues una
crisis económica crónica, una reestructuración corporativa u otra
multitud de circunstancias ajenas a nuestro control podrían ponernos de
patitas en la calle.
Si el éxito corporativo es la única manera de definir tu identidad, entonces tu identidad puede ser fácilmente destruida; una destrucción que traerá consigo todas las consecuencias emocionales y sociales resultantes.
Se dice que
Albert Einstein escribió lo siguiente:
“Si
tuviera una hora para solucionar un problema y mi vida dependiera de
dicha solución, pasaría los primeros 55 minutos decidiendo cuál es la
pregunta correcta que debería hacer. Porque si la conociera, podría
resolver el problema en menos de 5 minutos”.
En vez de correr a toda prisa por nuestras vidas laborales,
deberíamos detenernos a considerar las preguntas que pueden ayudarnos a
sacar lo mejor de nuestras carreras profesionales. En mi libro
La Brújula del éxito
(La Bussola del Successo) he identificado 10 preguntas importantes que,
desde mi punto de vista, pueden guiarte hacia una carrera profesional
más provechosa. Y ayudarte a redefinir por completo lo que realmente
significa tener éxito.
1. ¿Cuál es tu propósito?
El escritor
Mark Twain dijo una vez:
“Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naciste y el día en que descubriste por qué”.
La cuestión es, por tanto: ¿Cuál es el propósito real de tu
vida? ¿Por qué estás aquí y por qué estás haciendo lo que haces? Un
error muy común es confundir el propósito con las metas u objetivos. Un
propósito, por ejemplo, es destacar en tu actividad, mientras una meta
es ser ascendido o cumplir con un cometido. Cumplir con una cantidad de
cometidos nunca puede equivaler a tener un propósito significativo. Tus
metas y objetivos pueden ser aplastadas por circunstancias externas u
otras personas, pero no pueden destruir tu propósito. Todos necesitamos
que nuestras vidas tengan un propósito. ¿Cuál es el propósito de la
tuya? Acá va una pista:
un propósito significativo es más
importante que uno mismo y está relacionado con una causa o una misión
en la que crees profundamente. Piénsalo: ¿Quieres ser un
misionero o un mercenario? Céntrate en dejar una huella duradera, no en
los resultados a corto plazo.
2. ¿Cuáles son tus puntos fuertes?
Tras 20 años como director de Recursos Humanos en varias organizaciones y países, he aprendido que
todos tenemos un talento, un verdadero tesoro en nuestro interior que espera ser descubierto.
Pero no basta descubrir ese talento: debemos utilizarlo y mejorarlo
incesantemente. El talento está sobrevalorado, pues sólo juega un papel
menor en nuestro éxito.
Éxito significa hacer un esfuerzo constante por mejorar, y negarse a tolerar la mediocridad.
Tu verdadero punto fuerte es, por tanto, tu talento multiplicado por el esfuerzo que inviertes en desarrollarlo.
Como dice el dicho: El éxito es 10% de inspiración y 90% de
transpiración. Piensa en los atletas olímpicos, esos breves segundos o
minutos son el resultado de años, o incluso décadas de esfuerzo,
sacrificio y progresos minúsculos. Cuando Flavia Pennetta, de 33 años,
ganó el US Open de tenis, un periodista le dijo; “Ese último golpe fue
un destello de genialidad”. “¿Genialidad?”, respondió Pennetta. “Llevo
20 años practicando ese golpe”.
Michael Phelps se ha convertido
en leyenda tras ganar 22 medallas de oro, una hazaña de perseverancia
asombrosa que no se consigue sólo a base de talento innato.
3. ¿Puedes controlar tu ego y construir puentes en vez de muros?
Ryan Holiday, el autor y emprendedor estadounidense, ha llegado a afirmar que “el ego es el enemigo”.
Por lo que el asunto es el siguiente: ¿Puedes controlar, o incluso
matar, tu ego? ¿Puedes eliminar tu orgullo, tu propensión a atribuirte
el mérito y a ser el centro de atención? ¿Puedes escuchar otros puntos
de vista, pero no porque se supone que debas hacerlo sino porque
realmente te interesa? Si has contestado que no una y otra vez, adoleces
de lo que los antiguos griegos llamaban
‘hubris’: el peligroso exceso de confianza que te lleva a creer que tú tienes razón y que todos los demás están equivocados.
Muchas debacles políticas y económicas se construyeron sobre
los defectuosos cimientos de esa arrogancia. Volviendo a los griegos,
hubris
siempre conducía a la lamentable aparición de Némesis, la retribución
divina. Antes de que el desastre golpee necesitas construir puentes,
tirar abajo los muros y conectar y estar en contacto constante con los
demás, pues
en tu viaje nunca estará solo.
4. ¿Qué es lo opuesto al éxito?
Si has respondido ‘el fracaso’, piensa de nuevo. ¿Quién es
el jugador de baloncesto que falló 9000 lanzamientos a lo largo de su
carrera? Fue Michael Jordan, considerado el mejor jugador de todos los tiempos. Nelson Mandela dijo alguna vez: “Yo nunca pierdo. O gano o aprendo”. Vuelvan a leer esta hermosa frase:
Yo nunca pierdo. O gano o aprendo.
Si conseguimos aprender de nuestros errores, el fracaso no es lo
opuesto al éxito sino que se convierte en un componente clave de éste.
En mi libro, el único fracaso es la imposibilidad de reflexionar y
aprender. Como reza el proverbio japonés:
“La vida es caer siete veces y levantase ocho”.
5. ¿Cómo puedes llegar a entender la complejidad y la cultura de tu organización?
No hace falta ser un experto en comportamiento
organizacional, pero sí debemos comprender a fondo la cultura de la
compañía para la que trabajamos. Es necesario entender en profundidad
sus reglas y normas más importantes, pues la mayoría de ellas no están
escritas ni son explícitas. Si no las conoces,
serás devorado por los nativos. Lo que mi libro brinda son herramientas simples y prácticas para ‘decodificar’ estas organizaciones. Un ejemplo:
estudia a quienes ocupan los puestos más altos en tu organización.
¿Cómo llegaron allí? ¿Por sus méritos, sus capacidades, su integridad,
sus resultados? ¿O por otros factores? Al estudiar quién ha llegado a lo
más alto debemos estar atentos a la narrativa que se nos desvela.
6. ¿Cómo puedes crear confianza?
La confianza es un tema crucial para individuos,
organizaciones y sociedades, y debes construirla invirtiendo tiempo y
trabajo duro.
Tu reputación será uno de los pilares de tu carrera profesional.
Entonces, ¿cómo crear tu reputación? Todo cuenta: el carácter, la
credibilidad, estar presentes cuando te necesitan, tu capacidad,
confiabilidad, integridad y resultados. La arrogancia y los conflictos
de interés, ya sean reales o percibidos, son corrosivos a la hora de
crear confianza. Recuerda: a un candidato se le recluta por sus
condiciones, pero cuando ascienda lo hará fundamentalmente con base a la
confianza que haya creado.
7. ¿Cómo manejas las decisiones difíciles?
En tu carrera profesional tendrás que tomar decisiones difíciles. Es lo que yo llamo
“el momento de tus convicciones”.
Son esos momentos en que los conocimientos técnicos no bastan para
ayudarte a encontrar el camino correcto o la mejor solución a un
problema espinoso. Lo que decidirá esos momentos es tu carácter. La
historia nos demuestra que en situaciones extremas la obediencia ciega a
la autoridad puede tomar las riendas; a su vez la psicología nos
muestra lo difícil que puede ser decir que no. El Experimento Milgram
demostró claramente
que sus sujetos estaban dispuestos a acatar la orden de aplicar shocks
eléctricos a otros individuos. Negarse a seguir órdenes es un activo
valioso en tu carrera profesional.
Nunca debes perder de vista tus convicciones.
A lo largo de tu carrera te enfrentarás a muchas circunstancias
difíciles que quizá no te cambien, pero que sí revelarán quién eres.
8. ¿Cuántas lentes utilizas?
En una oportunidad fui a una conferencia dictada por un
famoso fotógrafo, quien nos mostró las fotos que había tomado en una
isla caribeña. Eran imágenes bonitas, del estilo de las cartas postales,
pero un poco aburridas y predecibles. A continuación nos mostró otra
serie. Estas fotografías habían sido tomadas en el mismo lugar y sin
embargo se veían totalmente diferentes: la luz, la perspectiva, los
colores, todo era distinto. Entonces nos explicó que para la primera
serie de fotografías había utilizado la misma lente, mientras que para
la segunda había usado muchas lentes y ángulos diferentes.
Ese es para mí el significado de ‘diversidad’.
Para ver la realidad desde otros puntos de vista
hacen falta lentes distintas, de modo de evitar la tentación de creer
que la única perspectiva válida es la de uno y la única ideología
correcta es la propia. La idea de las lentes aplicada a tu
lugar de trabajo puede ayudarte a entender la complejidad, a conectar
los puntos y a apreciar otras perspectivas. Hoy, estas capacidades son
más importantes que nunca pues debemos construir puentes de tolerancia e
inclusión para contrarrestar las fuerzas que intentan levantar muros
entre países, ideas y personas.
La diversidad es un bien invaluable.
Mientras organizaciones como el Banco Mundial están encontrando formas
de medir la diversidad y fomentarla, países como Canadá ven la
diversidad como una parte crucial de su cultura y uno de los pilares de
su prosperidad.
9. ¿Eres una máquina de aprender?
Siempre se puede aprender. En 1938,
Ingeborg Rapoport
había terminado de escribir su tesis y estaba a punto de recibir su
doctorado en medicina. Pero debido a las odiosas leyes raciales que
impuso el régimen nazi, titulación se le negó la debido a su herencia
judía. Rapoport emigró a Estados Unidos, continuó allí sus estudios de
medicina y trabajó en numerosos hospitales como pediatra y neonatóloga.
Con algo más de cincuenta años, regresó a la República Democrática
Alemana, y fundó la primera clínica de neonatología en Berlín Oriental.
En 2015, la Universidad de Hamburgo decidió enmendar la injusticia
cometida 77 años antes. Rapoport defendió su disertación de 1938 y
obtuvo su título a los 102 años de edad. Por su entrega a la educación y
su lucha contra la injusticia sufrida, es una de mis heroínas.
Conviértete en una máquina de aprender, experimenta fracasos
exitosos y no dejes de aprender, incluso si tienes 102 años. Inventemos
el futuro invirtiendo en nuestra educación. Será un viaje gozoso hacia
la libertad –en la mayoría de los casos—, porque
independientemente de lo que ocurra en la oficina, nadie te puede quitar lo aprendido.
10. ¿Amas lo que haces?
Hace poco tiempo estuve en Antigua, Guatemala, uno de mis
sitios preferidos en todo el mundo. Allí me enamore de las acuarelas de
un artista callejero llamado Gerardo, que trabajaba el día entero
pintando unos paisajes maravillosos. Quise comprarle una pero sólo le
quedaba aquella en la que estaba trabajando entonces, y aún no había
terminado. Yo me encontraba a punto de dejar el país, no podía esperar e
insistí en comprarle la acuarela. Y como aún no estaba terminada le
pedí un descuento, pero Gerardo me pidió el doble del precio habitual.
Aquello me sorprendió e incluso me molestó un poco. Le pregunté por qué
quería cobrarme el doble por una obra incompleta. Y Gerardo me
respondió: “Porque usted me va a quitar el placer de hacer algo que
verdaderamente amo”. Así que le pagué lo que me pedía, sabiendo que me
llevaba una lección de vida invaluable:
si alguien tiene que pagarte para que abandones lo que estás haciendo, es que realmente amas lo que haces.
Ojalá que mi libro transforme lo que para ustedes significa
una exitosa carrera profesional, y desmonte la idea de que sólo puede
haber unos pocos ganadores, de que los perdedores son los más. Una
carrera exitosa es algo profundo, significativo y relevante. Pero lo es
para todos nosotros, no sólo para unos pocos elegidos. En medio de la
Cuarta Revolución Industrial,
en esta era de transformación
radical y conmoción tecnológica, necesitamos afianzar nuestras vidas
laborales y nuestra identidad a nuestros valores.
La brújula del éxito
nos ayuda a hacer una pausa y reflexionar sobre quiénes somos, qué
valores defendemos, y cómo tener una carrera profesional significativa,
cargada de propósito, integridad y pasión.
Este texto fue escrito originalmente en
WEF