Había una vez un perro llamado Rufo, el cual fue
maltratado y abandonado por su dueño. Rufo trataba de entender la razón
por la que fue tratado de esa forma, y al no hallarla, llegó a la
conclusión de que los hombres eran malvados y peligrosos. Pasó un largo tiempo vagando por las calles, comiendo las sobras que encontraba en la basura y tomando agua de los charcos.
Un día un hombre se apiadó de Rufo y quiso adoptarlo, alimentarlo y
cuidarlo, sin embargo, cuando Rufo vio que el hombre se acercaba pensó:
“ahí viene uno de esos malévolos seres que gustan de maltratar a los
animales como yo, pero esta vez no permitiré que me dañe”.
Convencido de sus malas intenciones, el asustado perro mordió la pierna de aquel hombre
y éste lo pateó con fuerza para zafarse y salir corriendo. Rufo
concluyó de nuevo: “¡Lo sabía! ¡Todos los hombres son iguales! ¡Sólo
buscan hacerte daño!”.
Como en el ejemplo anterior, las historias generalizadas que nos
contamos a partir de un hecho particular, alimentan nuestro sistema de
creencias y este se convierte en el filtro a través del cual nos
observamos a nosotros mismos, a los demás y al entorno que nos rodea.
Lo más riesgoso es que actuamos y decidimos a partir de este sistema y
terminamos por provocar que suceda exactamente aquello que “ya
sabíamos”, reforzándose estas creencias irracionales a lo largo de
nuestra vida.
Es así que empezamos a poner etiquetas a todo
aquello que nos rodea e incluso a nosotros mismos, lo que nos lleva a
observar la realidad de manera errónea o distorsionada.
En su libro “Cómo controlar la Ansiedad antes de que le controle a
usted”, Albert Ellis nos propone 3 métodos para disputar las creencias
irracionales:
1. Sé realista
El método realista confronta nuestras creencias irracionales desde la
premisa de que van en contra de la realidad, las contrasta directamente
con los sucesos que nos rodean y demuestra que no hay suficientes
hechos o evidencias que las validen.
¿Cuáles son las pruebas de que mi creencia irracional existe? ¿Qué
experiencia me llevó a esta conclusión y qué me hace pensar que siempre
sucederá igual?
2. Sé lógico
Este segundo nivel busca que las ideas o la sucesión de hechos se
manifiesten de forma coherente, sin que quepan contradicciones entre
ellas.
Por ejemplo, sí afirmo que yo no puedo equivocarme porque he pasado
muchos años preparándome para hacer las cosas bien, sería tan ilógico
como aseverar que existe la perfección en el ser humano
e ignorar que nos rodean muchas condiciones externas que pueden
llevarnos a cometer errores, no todo tiene que ver con nuestras
capacidades o conocimientos.
¿Qué relación hay entre lo que creo que tiene que ser y lo que realmente es?
3. Sé pragmático
Muchas veces contamos con las suficientes evidencias para validar una
creencia, incluso puede resultar un tanto lógica o coherente, pero aun
así, mantenerla conmigo no me reporta ningún beneficio, al contrario,
trunca mi desempeño y mi nivel de satisfacción.
Es así que llegamos al método pragmático, el cual cuestiona la utilidad o la practicidad de mis creencias. ¿Hacia dónde me lleva esta creencia? ¿Es constructiva o autodestructiva? ¿Me hace sentir feliz o desgraciado?
“Es indispensable que el individuo abandone sus prejuicios y
creencias irracionales; que acepte el hecho de que ni él, ni los otros,
ni la vida son o serán necesariamente como le hicieron creer sus
experiencias tempranas; que rompa sus antiguos libretos y etiquetas y se
redefina a sí mismo como un ser libre y capaz de relacionarse de manera
satisfactoria consigo y con los demás”. Dr. Martin Villanueva Reinbeck,
autor del libro “Más allá del Principio de la Autodestrucción”.
¿Qué creencias irracionales has mantenido hasta el día de
hoy? ¿Qué cambiaría en tu vida a partir de confrontarlas y deshacerte de
ellas?
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