viernes, 29 de abril de 2016

CÓMO ADAPTARSE HOY AL TRABAJO DE LA PRÓXIMA DÉCADA



 

‘Ir a trabajar’ sonará extraño en 2025. Para entonces los profesionales serán los dueños de su conocimiento y las empresas tendrán que competir por atraer a los mejores
Puestos bajo demanda, trabajar sin ir al trabajo, colaboración entre humanos e inteligencia artificial en una nueva relación laboral; una flexibilidad nunca vista que implica consecuencias profesionales y personales a las que tendremos que adaptarnos; trabajo por proyectos y fórmulas de empleo independientes; nuevas profesiones que ni imaginamos y otras que hoy tienen éxito y ofrecen empleo y que pronto quedarán obsoletas; convivencia definitiva de varias generaciones en las empresas; nuevas fórmulas de reclutamiento; cambios demográficos… Son algunos de los factores determinantes que EY señala en su análisis Tax for business leaders publicado recientemente en Financial Times, y que hablan de cómo trabajaremos en 2025.
Conociendo cómo será el trabajo en la próxima década cabe preguntarse si hoy es posible adaptarse a lo que vendrá en el futuro:

TRABAJAR SIN IR A LA OFICINA

¿Será posible que cada vez más profesionales dejen de estar en la sede de la compañía en la que trabajan para desarrollar su actividad diaria? Este “trabajar sin ir al trabajo” tiene mucho que ver con una nueva relación laboral que se orienta básicamente a prestar servicios antes que al contrato tradicional por horas. Con esta nueva relación laboral desaparece la ubicación física en la empresa, el cargo, y la necesidad de que haya un jefe o sea necesaria la supervisión.
Un reciente encuentro de la London Business School’s Global Leadership Summit, concluía que en 2020, el 50% de los profesionales no irá a la oficina para desarrollar su trabajo.
Eso implica, entre otras cosas, acostumbrarse a trabajar para varios jefes, y relacionarse con ellos de una forma muy diferente; y también unos modelos de reconocimiento y de carrera profesional que nada tienen que ver con los de hoy. Por supuesto, habrá otras maneras de valorar nuestro rendimiento y eficacia; y las normas por las que se regirá nuestra práctica profesional serán también distintas y afectarán a nuestra carrera.
El compromiso con la organización será asimismo difícil de gestionar, ya que la dedicación plena no existirá, y así la difuminación de fronteras implicará algunas consecuencias jurídicas, ya que habrá que contar con nuevos modelos e indicadores para medir el rendimiento y la productividad.
La tendencia de trabajar sin ir al trabajo será posible, pero con algunos matices: sólo podrá darse en determinados sectores y funciones, y habrá que tener en cuenta que ni todos los empleados son susceptibles de realizar esta clase de trabajo en esas condiciones, ni tampoco de hacerlo todo el tiempo. Y tampoco puede implementarse como una política de café para todos. Ha de ser el resultado de una cultura de trabajo por proyectos, en estructuras menos jerárquicas y más matriciales.

UNA NUEVA FLEXIBILIDAD

Parece evidente que una línea mucho más difusa entre la vida profesional y personal tiene que ver con el cambio que se produce en ciertas reglas laborales o de relación entre empleado y empleador. Antes el trabajo era un lugar al que se iba a realizar una determinada tarea durante un tiempo, pero la economía de servicios lo convierte en un estado, en una actividad o una acción.
No es una novedad que el trabajo como hoy lo conocemos tiende a desaparecer, y esto supone rediseñar el concepto de empleado, que es un profesional con mayor autonomía para el que resulta indiferente dónde se esté físicamente.
Las relaciones laborales estarán más orientadas a la prestación de servicios que al contrato tradicional por horas, y los presupuestos tradicionales sobre la conciliación de la vida laboral y la personal estarán obsoletos. Así, tenderemos a hablar de integración más que de conciliación, porque la disponibilidad de 24 horas y la injerencia de las compañías en nuestra esfera privada será algo cotidiano. Atender a esta exigencia será (ya lo es) una decisión personal que tendremos que gestionar adecuadamente.

QUIÉN GESTIONA EL CAMBIO

Los cambios radicales en el mercado laboral, que pasan por la forma en la que se trabaja, por los modelos de búsqueda de empleo, o por las capacidades inéditas que exigen las compañías, provocan una gran incertidumbre entre quienes buscan trabajo o pretenden reinventar su carrera profesional. Pero además plantean la duda acerca de quién mandará en el mercado de la selección del futuro y quién estará al frente de la gestión de personas en este escenario laboral de la próxima década.
Llegan nuevos agentes al mercado del reclutamiento, surgen las recomendaciones de particulares; las ofertas invisibles (los contactos personales, mucho más que el currículo, influyen en la posibilidad de encontrar o cambiar de empleo)… La cuestión es quién va a estar al frente de las recomendaciones, de la selección y adecuación de los nuevos perfiles profesionales que se exijan.
Las compañías serán cada vez más autosuficientes en términos de selección, y los agentes que se muevan en este mercado tendrán que ofrecer soluciones en las que entrarán en juego nuevos factores. Será necesario conocer cómo funciona el mundo 2.0 en todo lo que se refiere a la identificación, evaluación y desarrollo de los candidatos.
Para empezar, los departamentos de recursos humanos estarán cada vez más cercanos al negocio, actuando como business partners. La transformación digital de las compañías implica retos definitivos para el área de recursos humanos: liderar este cambio, las redes sociales corporativas, la relación con los candidatos, el digital employer branding, la búsqueda de perfiles digitales, o los programas de referrals. Además, tendrá que entender y gestionar la movilidad de los profesionales; deberá alinear la comunicación cuando el equipo está repartido por el mundo, con diferentes formas de colaboración, aportando su talento único al grupo. Y en ese escenario cambiante e incierto será necesario gestionar la transformación dentro de la propia organización.

ADIÓS CONTRATOS…

En el futuro, los trabajadores serán los dueños de su conocimiento y cada vez serán más los que trabajen por su cuenta. Alexis de Bretteville, CEO de Hudson Europa y con una experiencia de más dos décadas en gestión de personas, anticipa que en una década el 50% de las personas trabajará sin contrato laboral. Junto son los autónomos y los freelance convivirán otras especies como los knowmads -nómadas del conocimiento, su razón de ser- y los e-nomads -sin un territorio fijo para trabajar hiperconectados-. A ellos se unen los denominados golden workers, un colectivo más que numeroso al que cada año se suman los primeros Baby Boomers, profesionales que han superado la edad de la jubilación pero que desean seguir trabajando.
Todos ellos son reclamados por las organizaciones -sobre todo estos últimos por su experiencia y una mayor disponibilidad-, que tienen la obligación de establecer una relación laboral que garantice el compromiso de estos profesionales. Las start up ya están acostumbradas a trabajar con estos perfiles. Casi siempre con la intención de evitar gastos fijos, optaron por contratarlos por proyecto.
Estos profesionales también se decantan por una relación más flexible que les permite cierta libertad para diversificar sus clientes y, de esta manera, nutrirse de la experiencia de trabajar para varios proyectos marcados por la innovación tecnológica. Las grandes organizaciones se plantean ahora aprender de las start up. Las corporaciones carecen de la flexibilidad para adaptarse a estos perfiles movidos por la rapidez y la eficacia. Empresas como Google han tratado de solucionarlo creando equipos de trabajo más pequeños que permitan esos entornos que estos profesionales demandan.

OTRA RETRIBUCIÓN

¿Cuánto cuesta la creatividad? ¿Y la independencia? Cómo se paga a este colectivo independiente es la gran incógnita. ¿Están preparadas las organizaciones para pagar más a quien realmente más aporta? La retribución tiene que adaptarse a este panorama en el que los contratos mercantiles serán la tónica dominante. Parece evidente que cuanto más único sea el conocimiento, más estarán dispuestas a pagar las empresas por el mismo, sobre todo si se trata de quitárselo a la competencia. Germán Nicolás, director general para el sur de Europa de Korn Ferry / Hay Group, explica que ya se están adoptando algunas prácticas para fidelizar a los independientes: “En determinados trabajos autónomos no sólo se paga por el trabajo realizado, sino que además existe un premio vinculado al trabajo que se consigue”. Recompensar a aquellos que más aportan, al margen de la relación laboral que establezcan la empresa, es un desafío que, hoy aún tiene un largo recorrido.
Otra de las propuestas para atraer a este talento específico, y que cada vez más a menudo hay que localizar fuera de la compañía, es diseñar un modelo que permita beneficiarse de las políticas de bienestar que las organizaciones tienen para su personal en plantilla. Por ejemplo, durante el tiempo que desarrollen determinado proyecto, ofrecerle un plan de incentivos. El gran dilema es cómo conjugar a estos trabajadores muy cualificados con los que están en plantilla que, a diferencia de los primeros, disfrutan de los derechos laborales que otorga un contrato.

¿PROFESIONES SOSTENIBLES?

Quizá los trabajos con éxito -la mayoría de ellos hoy no existen- no sean sostenibles en el tiempo. Es posible que muchos no logren perdurar y dejen empantanados a miles de profesionales en lo que hoy se denominan nuevos perfiles. Hay quien se siente seguro tras las denominaciones novedosas de los customer success, brand evangelist, scrum master, o growth hacker, pero estos puestos que surgen para satisfacer las demandas del mercado de trabajo y de las empresas tal vez no sean la solución definitiva a la búsqueda de trabajo.
Es posible que nos encontremos ante una burbuja de profesiones, y que en el futuro también sea muy difícil aconsejar a alguien que tome el camino de esas nuevas ocupaciones.
Hoy no resulta fácil distinguir entre lo que es y será una nueva profesión y lo que tan sólo es una función o una tarea temporal a la que obliga la tecnología que está vigente en un momento determinado. Una profesión no es algo que necesariamente se estudia, sino que es una especialidad reconocida por la que el mercado te busca y está dispuesto a contratar tus servicios.

miércoles, 27 de abril de 2016

POR QUÉ NECESITAS UN COMPAÑERO ESTRELLA EN TU EQUIPO



 
Eficaces, talentosos y con un alto rendimiento. Un ‘fuera de serie’ es una joya para cualquier compañía. El problema surge cuando el líder no sabe gestionar su valía y adecuarla a la del resto de compañeros.

¿Alguna vez has trabajado codo con codo con un fuera de serie? O quizá seas tú la estrella que ha hecho sombra al resto de compañeros… De cualquier forma, compartir proyecto y equipo con alguien tan eficaz que suele contar con la plena confianza de los jefes no es tarea fácil; tampoco para el fuera de serie, que debe lidiar con envidias y alguna que otra zancadilla.

Trabajos retadores, en los que haya cifras en juego motivan a estos perfiles estrella.

Este tipo de profesionales “suelen tener un talento extraordinario, pasión por lo que hacen y esfuerzo en la elaboración de su trabajo”, describe José Manuel Casado, socio fundador de 2C Consulting, para quien no hay otro camino para triunfar. Sin embargo, aunque éstos destaquen por sus méritos, a veces cuesta identificarlos, ya que “en muchas ocasiones pasan desapercibidos para la organización”. Y para muestra un ilustrativo experimento: “El viernes 12 de enero de 2007, a las 07:51 de la mañana, hora punta en el metro de Washington, un joven ataviado con unos vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra entraba en la estación de L’Enfant Plaza, epicentro de la ciudad, sacó un violín y comenzó a interpretar piezas de Bach durante 43 minutos mientras miles de personas pasaban deprisa para dirigirse a sus trabajos sin hacer ningún caso a las mágicas notas musicales que salían del único Stradivarius de 1713 valorado en más de 3,5 millones de dólares. El violinista era Joshua Bell (Estados Unidos, 1967), uno de los mejores intérpretes del mundo”. Que los usuarios del metro no se fijaran en el talento del concertista sólo demuestra que descubrir al fuera de serie no siempre es sencillo.

No obstante, si el jefe tiene la capacidad y el buen hacer suficientes sabrá distinguir a una estrella de un empleado del montón y, de paso, entenderá el tipo de funciones que debe asignar a ese colaborador. Para Genoveva Vera,coach y experta en liderazgo, motivar a estos fuera de serie pasa por “proponerles trabajos retadores, en los que haya cifras en juego; proyectos en los que la incertidumbre sea un factor a tener en cuenta y en los que se trabaje arriesgando; y tareas en las que haya que buscar apoyos y cooperación, dadas sus habilidades de persuasión”.

Los compañeros
Los fuera de serie suelen ocupar posiciones innovadoras, “muchas veces incluso creadas a su medida”, sostiene Montse Ventosa, socia directora de Grow, lo que en la mayoría de las ocasiones puede despertar envidias. Ventosa advierte de que si no se gestiona como se debe, “los compañeros pueden reaccionar con recelo y miedo”. Algo que puede llevar a aislar al empleado estrella, avisa Genoveva Vera, quien, además, cree que “a determinados equipos les molesta mucho tener gente que brilla por su profesionalidad, porque deja en evidencia su mediocridad”.

Los compañeros, si no están bien gestionados, pueden reaccionar con recelo y miedo

En casos extremos en los que las organizaciones sufren de raquitismo y su capacidad de crecimiento es limitada, “los empleados mediocres pueden, de forma consciente o inconsciente, hacerle la vida imposible al fuera de serie”, asegura Montse Ventosa. No así en ambientes laborales sanos. Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter en España, considera “toda una inspiración y una garantía de ayuda permanente tener a un fuera de serie a nuestro lado. Alguien que sabe, que puede y que no dudará en darte una solución. Una postura inteligente, pues sólo los tontos se quejan de tener a un crack trabajando junto a ellos, porque sienten que les hará quedar mal. A los tontos y a los torpes les gusta estar más con otros tontos”. Sin embargo, estos equipos ideales sólo existen si hay un liderazgo ideal. Si no es así, no sólo le harán la vida imposible al profesional destacado. También es probable que muchos de sus compañeros quieran adueñarse de sus méritos. Estas actuaciones, tan humanas, pueden poner en jaque el buen funcionamiento de una empresa y obligar al fuera de serie a buscar nuevas expectativas laborales lejos de esa organización. Algo que, en el fondo, sólo pagará la compañía que perderá a alguien eficaz, rápido, con alto rendimiento y a quien se le puede confiar cualquier tipo de trabajo.

Genoveva Vera no cree que ningún responsable en su sano juicio se arriesgue a perder a un profesional fuera de serie, ya que “dan mucha tranquilidad, pues saben que se pueden dedicar a otras cosas sin estar pendientes de los resultados”.

Gestionar a los ‘fuera de serie’, un reto para el jefe
Cuando alguien destaca en un equipo es casi inevitable que surjan envidias. La labor del jefe en este tipo de situaciones es clave para que la plantilla funcione como debe. Un buen líder “debe definir claramente las funciones de cada uno para evitar posibles interferencias o conflictos; establecer los objetivos de los profesionales; fomentar la cooperación entre sus colaboradores y no la competitividad. En este sentido, es esencial que el jefe trabaje para generar un buen clima laboral valorando y reconociendo, además, el trabajo que hace bien cada uno”, aconseja Genoveva Vera, ‘coach’ y experta en liderazgo. Si cumple con estas obligaciones, un buen responsable sabrá distinguir a un ‘fuera de serie’ de otro que sólo vende humo. José Manuel Casado, socio fundador de 2C Consulting, no sólo recomienda ejercer una exhaustiva labor de gestión para entender en qué es bueno ese profesional estrella para asignarle las funciones que más lo realicen. También señala lo importante que es “reflexionar con el equipo sobre lo fundamental de tener este tipo de personas para el éxito de todos; y reconocer los logros y esfuerzos del ‘fuera de serie’ mediante la compensación económica y el reconocimiento social ante los demás”.

viernes, 22 de abril de 2016

CINCO EXCUSAS QUE DAÑAN TU IMAGEN PROFESIONAL



 
Un ‘NO TENGO TIEMPO’ suele esconder una realidad, pero si se convierte en un hábito no es creíble y, a largo plazo, puede perjudicar tu carrera.

Estar reunido, ocupado o tener la agenda repleta no es nada grave. Incluso hay quien cree que, gestionado de forma adecuada, es sinónimo de eficiencia y prestigio laboral. Esta virtud se convierte en vicio cuando se transforma en un hábito o es una pose. Trabajar no es sólo una cuestión de producir, también significa gestionar tus tiempos y, sobre todo, ser capaz de atender más pronto que tarde los imprevistos que cambian el ritmo de tu jornada. Si las excusas empiezan a ser una costumbre, arriesgas tu carrera. No resulta creíble que siempre estés reunido, ocupado y que nunca dispongas de diez minutos para responder a una llamada telefónica o, menos aún, dos minutos para contestar un email. A veces no hace falta más. Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, y José Manuel Chapado, socio de Éthica Consultores, tienen claro que caer en la maraña de las excusas está relacionado con una mala gestión del tiempo -no tener en cuenta un colchón de una hora diaria para sorpresas- y un nefasto manejo de la eficacia. Cómo salir airoso de las cinco excusas más habituales puede ser un buen principio:

NO TENGO TIEMPO
Para Jericó, la clave en este caso es saber decir ‘no’: “Hay que intentar ser muy selectivo y, sobre todo, no escudarse en ello para renunciar a oportunidades que dejamos pasar porque estamos ensimismados en nuestra actividad habitual. Ahora que los proyectos transversales son más que habituales en las empresas, si nunca participas en ninguno te arriesgas a que te cuelguen el sambenito y, sin proponértelo, cierres la puerta a algo nuevo, que puede ilusionarte y te ayudará a ascender. Siempre es bueno fomentar un networking interno”. Chapado asegura que poner esta excusa sin saber de qué se trata “es trabajar en el cortoplacismo. Y si de verdad no se puede en ese momento, responder con una pregunta buscando un aplazamiento es la mejor opción”.

ESTOY REUNIDO
Dependiendo del cargo que ocupes, estar reunido es una excusa más que suficiente para no atender cualquier asunto. Pero si alguien quiere hablar contigo, y más de tres veces consecutivas recibe la misma respuesta, claramente pondrás en entredicho tu eficiencia como gestor. Las reuniones eficaces no se prolongan más allá de 20 minutos. Jericó recomienda celebrarlas de pie y con un orden del día: “Marcar un objetivo previo y llegar a una conclusión”. Esta estrategia te permitirá una gestión ágil y ahorrar tiempo para otros quehaceres.

TENGO LA AGENDA LLENA
Si tienes un cargo de responsabilidad o cierta popularidad en determinado sector, en breve empezarás a ver como los pocos huecos que tienes -comida, gimnasio…- se irán llenando de asuntos laborales. Ya poco que te descuides, te sorprenderás diciéndole a tu madre o a tu amigo del colegio que no puedes comer ese día señalado porque ‘tengo la agenda llena’. Habrás caído sin más remedio en lo que Chapado denomina egocentrismo inconsciente: “Quien se pone al servicio de otros, ya sea desde una perspectiva profesional o personal, tiene que ser capaz de intentar encontrar espacio para los demás”. Jericó asegura que “algunos profesionales utilizan esta y otras excusas para presumir de una carga laboral que no siempre es cierta”. Por eso, si quieres mantener tus amigos y red de contactos intenta hacer un hueco, aunque sea a medio plazo.

AHORA NO PUEDE SER
No se trata de una agenda hasta arriba, ni de no tener tiempo, simplemente no encuentras el momento. Si en un día observas que más de tres veces dices, ‘ahora no puede ser’, es un síntoma de que quizá no va a poder ser nunca. Chapado afirma que ser consciente de ello es un buen principio: “No podemos intervenir en lo que no somos capaces de detectar”. Propone colocar en algún sitio visible una señal de prohibido que active la alerta ante esta excusa que, explica, “se puede mitigar marcando un plazo, por ejemplo, ‘ahora no puede ser pero pásate en 30 minutos o mejor llámame mañana a esta hora'”. De esta manera te marcarás un objetivo concreto que te ayudará a gestionar lo que estás haciendo y marcarte ciertos límites para atender un asunto que, en la mayoría de los casos, puede ayudarte a ser más eficaz o darte las pistas para resolver algo de otra manera.

ENVÍAME UN CORREO
¿Cuánto tiempo tardas en leer un email? ¿Y en responderlo? Tanto si eres de los que se marca un momento del día para atender los correos electrónicos o de los que se responden sobre la marcha, los que te conocen saben que ‘envíame un correo’ no es una excusa, es un acelerador de la gestión. Pero si lo utilizas para quitarte de encima problemas y nunca contestas, no sólo perjudicas tu imagen, sino que quedas en la peor de las evidencias: tu rastro en la red. Aquel o aquellos que te requieren pueden mostrar, como el peor de los pecados, que han intentado ponerse en contacto contigo sin obtener respuesta. Esta excusa no se la lleva el viento…